Me acuerdo un día que me junte con mis amigos a cenar, creo que era martes. Los libros estaban en la imprenta y todavía lo iban a estar por dos semanas más. Hablando de todo un poco me preguntaron:
- Dema, ¿y cómo los pensas vender?
Entre las varias opciones que hablamos surgió la del Subte, salir a vender los libros en el Subte. Yo dije que ya la había pensando y que era buena idea pero que sería re difícil pararse enfrente de todo un vagón y largar con el viejo y conocido:
"Discuuuulpeeen señores pasajeros que les saco un momennntito".
Reímos, charlamos un rato más y cambiamos el tema.
El subte, ¿un mundo de oportunidades? Quizás.Hoy después del trabajo me encontré con Gaby, caminamos, boludeamos y deliramos como siempre. Entonces, simplemente, pintó:
- ¿Y si vamos al subte, Gaby?
- Dale, vamos.
Estabamos en 9 de Julio e Independencia, nos metimos a la línea E y esperamos.
- ¿Pero que digo? ¿Cómo les llamo la atención?
- Y no sé, vos ponete a hablar.
- ¡Ya sé! ¿Y si golpeo los libros para llamar la atención?
- No, nene, ¿después quién te compra un libro golpeado?
Esperando el tren con los ejemplares de La apariencia Luego de una espera llegó el tren. Eran como las siete y media de la tarde.
- Vení, vení, vamos al último.
Entramos al último vagon y venía demasiado lleno. Gaby me insistió pero, entre el ruido incesante de la Línea E y la cantidad de gente no se podía... Daba igual si estaba vendiendo libros o si tenia una bomba atada al pecho y la pensaba hacer explotar. La gente no-daba-bola.
Me acerqué al flaco con uniforme de metrovías y le pregunte:
- Flaco, escuchame, yo tengo unos libros acá y estaba viendo de venderlos... ¿Vos crees que va a haber problema?
Su respuesta fue clara:
- Y mirá, por acá no hay problema, pero si te agarra la Brigada o los otros vendedores quizás te hacen quilombo.
Le agradecí la buena onda y nos bajamos en San José. Le conté a Gaby lo que me había dicho el flaco y nos quedamos pensando.
¿LA BRIGADA?

Pero bueno, estuvimos charlando sobre que hacer y llegamos a una conclusión. La gran "Disculpen señores pasajeros" no iba a funcionar. Además de que solamente tenía cinco ejemplares de la apariencia encima, con el ruido de la Línea E podía ofrecer mis libros en Francés que nadie se iba a dar cuenta.
Entonces fuimos por la opción número dos. La gran uno a uno. Cara a cara. Así es, ir pasajero por pasajero y ofrecerle los libros.
¡Y funcionó mucho mejor! Primero con vergüenza, después mas decidido, fuimos persona por persona (con Gaby cuidándome las espaldas ;), jeje) y la gente los agarraba, los leía, tocaba la textura de la tapa, veía las hojas...
Y a partir de ahí fue todo más fácil. No les digo que me compraron mil ejemplares porque no fue para nada así, pero estuvo muy bien. Muy divertido. Ya sea bajar corriendo para pasar de vagón a vagón, el charlar un rato con la gente o el saber que hay un par de personas que tienen mi libro y quizás vayan a leer la historia me pone muy contento.
El Maestro Yoda considerando comprar mis libros.También me di cuenta que, entre el ya mencionado ruido de la Línea E y la indiferencia de cierta gente que podés estar ofreciéndole un lingote de oro que no te lo van a tomar, había veces que no importaba lo que decía, sólo veían a alguién acercándose e inmediatamente decían que no. Lo cual igual fue divertido, a un flaco me acerqué cantándole el himno y ni cuenta se dio.
- Oid mortales el liiibroo saagraaadooo...
Pero bueno, en líneas generales, terrible experiencia :).
En la estación Mitre, fotopelotudeando xD.¿Y saben que es lo mejor?
Que esto recién comienza.
Y que mejor forma de terminar este post que con la siguiente canción:
"Yo voy en trenes,
no tengo adonde ir,
algo me late
y no es mi corazón"
Pero está muy cerca del corazón :).
Demax.-
Pd: ¡El alma, boludo! ¡Me late el alma!